Voy a empezar este texto con una verdad incómoda: ¿No es acaso la dificultad de enfrentar el vacío la raíz del tema que nos ocupa? ¿No es acaso la incomodidad de la nada lo que nos lleva a agarrar el móvil?
Tenemos miedo a no tener nada que hacer. La nada nos incomoda porque nos pone en contacto con el vacío que a veces acompaña a la existencia.
Como yo lo veo, tenemos miedo a no tener nada que hacer. La nada nos incomoda porque nos pone en contacto con el vacío que a veces acompaña a la existencia. Hemos creado un mundo de distracciones que tratan de poner un parche a esta incomodidad. En los vuelos largos, y no tan largos, se nos ofrece comida, películas, internet, alcohol, revistas, perfumes y lotería. En los momentos de espera cogemos el móvil y nos dejamos absorber por nuestras pantallas. Nos llenamos de planes, actividades, y vida social. Sin olvidar que muchas personas viven rodeadas de luces, sonidos, y publicidad.
Que tenemos miedo al vacío fue todavía más claro para mi cuando me fui a vivir al desierto. En el desierto los estímulos se reducen inmensamente, sobretodo para alguien acostumbrado a vivir en una gran ciudad. Ahí, en lo que nos parece la nada, están sucediendo muchísimas cosas que no podemos ver, así que un@ aprende a mirar de otra manera. En ocasiones ni siquiera hay cobertura, no hay distracción posible, no hay escapatoria. Es en ese momento, cuando decides rendirte ante la nada, que la vida se despliega delante de ti, ofreciéndote infinitas posibilidades que antes habían pasado desapercibidas. Ahora que lo pienso, podría decir que el desierto es el padre de estas reflexiones.
Ganar tolerancia al vacío y al aburrimiento es, paradójicamente, lo más sustancioso que podemos hacer.
Creo que ganar tolerancia al vacío y al aburrimiento es, paradójicamente, lo más sustancioso que podemos hacer. Desde que me di cuenta de esto decido enfrentarme al vacío de manera voluntaria. Me gusta hacerlo en los vuelos, en las colas largas, y en cualquier momento que la vida me ofrezca aburrimiento. Ahí me quedo tanto rato como dure esa situación, tratando de observar con ojos lentos, tratando de darle la bienvenida a la incomodidad, observando lo que sucede. Si te apetece probarlo hemos preparado el reto «Enfrentar el vacío». ¿Te atreverás? Si es así, espero que traiga una nueva manera de ver.